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La clase política tradicional, la depredación, el cambio climático y la Paz de Colombia


Queridos amigos de la guarida, perdonaran, pero hoy usare este espacio para re transmitir el mensaje de un político, diría yo el único honesto que tiene Colombia.


Por Gustavo Petro

Embriagada y confusa quizás por la certeza científica con la que hoy se puede prever, si no hacemos nada, una catástrofe de la vida en el planeta; la élite colombiana, parece querer consumir los últimos restos de nuestros recursos naturales en una orgía de depredación irresponsable.

Contrario a la gran movilización humana, acompañada por varios gobiernos, para mitigar el cambio climático y adaptar la sociedad de tal manera que menos población sea desplazada o muerta, nuestra dirigencia tradicional toma todas las medidas que son contrarias a preservar la vida en el planeta.

Se presentía cuando en los escenarios internacionales se veía a los funcionarios de la cancillería presuntuosos de esgrimir una brillante diplomacia climática: esperar que los países desarrollados hagan todo y abrir las manos para recibir las limosnas.

Efectivamente el plan que presentó Colombia a la COP 21 para poner cifras concretas a nuestro aporte a la humanidad fue un rotundo fracaso. Si ese tipo de planes fueran los definitivos, el mundo experimentaría en su temperatura un crecimiento promedio de 4º C, con lo cual el mar se elevaría 8 metros, la selva amazónica se quemaría, y el desierto del Sahara no solo avanzaría sobre el Congo, sino sobre España, Italia y el sur de Europa y en Colombia, el aérea donde viven hoy 9 millones de personas, que Peñalosa quiere volver 14, se quedaría sin el 80% de su capacidad de absorción de agua en los páramos, su única fuente de agua.




Santos o sus asesores de Cambio Radical, obsesionados con los negocios de la vivienda, la minería y las autopistas por concesión, comenzaron a manejar el tema, tratando de engañar al mundo, como lo hace hoy los principales actores de la emisión de gases: la industria petrolera, automotriz y minera.

El gobierno prometía reducir las emisiones, pero no del nivel actual, sino de uno virtual comparado con una proyección de crecimiento en el año 2030 a 2050. Es decir el gobierno de Santos le proponía al mundo aumentar las emisiones de gases efecto invernadero respecto al nivel actual. Ante tal falta de ambición ambiental, o de una excesiva ambición mercantil, lo que el gobierno nacional propuso a nuestra generación y la siguiente es un engaño.

El cambio climático es antropogénico. Es decir lo produce el ser humano y no la geología del planeta. Es la primera vez que ocurre. Su física y su química es la siguiente:

Una parte de la energía que llega del sol, se queda en la tierra vuelta calor de manera natural gracias a unas moléculas de gases que cuentan con esa atribución: retener energía ultravioleta del sol y no dejarla escapar como energía roja fuera del planeta. Esas moléculas gaseosas son básicamente el CO2, o dióxido de carbono, el CH4, o gas metano, y el N2O oxido nitroso, Una molécula de CO2 puede durar hasta 200 años en la atmosfera, y el CH4 es 21 veces mas poderoso que el CO2 en retener energía, y el N2O más de 200 veces.

Antes la geología, los volcanes, de acuerdo a su actividad, podían generar épocas de frio, glaciaciones, o épocas de calor. Hoy la posibilidad de calentar, más que de enfriar, el planeta recae sobre el ser humano.

La explicación aunque científica y aparentemente tecnológica en el fondo es política. El calentamiento global que implica un incremento sustancial de las moléculas de los gases de efecto invernadero: CO2, CH4 y N2O en la atmosfera, es producto de una etapa determinada de la humanidad, la de la revolución industrial, y su profundización a partir de la globalización del mercado.

La revolución industrial llevó al consumo intensivo del petróleo como su fuente de energía fundamental, y la expansión del mercado implicó la extensión no solo del consumo del petróleo como fuente energética sino como base sustancial de la producción de las mercancías: el plástico derivado del petróleo. El petróleo, el carbón, el gas es un acumulado de organismos antes vivos cuya química fundamental es el carbono, el carbono en la combustión se vuelve CO2 y calienta intensivamente la atmosfera. El carro particular es la mercancía por excelencia del calentamiento global. La sociedad del plástico es la sociedad del calentamiento global. El proceso productivo y de consumo de las mercancías fósiles trajo enormes emisiones de CO2; La necesidad de incrementar la productividad agraria con miles de millones de personas viviendo en las ciudades, intensificó el uso de abonos de nitrógeno y por tanto la emisión de N2O y la labor de sepultar los residuos de una producción y un consumo nunca antes vistos en la historia humana, generó emisiones abundantes y crecientes de CH4.

Hoy nuestra sociedad de consumo y de plástico arroja más de 35.000 millones de toneladas de CO2 a la atmosfera cada año y cada molécula de ese gas dura al menos dos siglos en desaparecer.

Es el capitalismo, y el socialismo reflejo del capitalismo, el mercado y la cultura mercantil y de consumo el gran generador de una crisis vital que nunca habíamos presenciado.

El cambio climático que se genera a partir del crecimiento promedio de la temperatura de la atmósfera terráquea empieza a matar centenares de miles de personas a partir de huracanes, sequías, inundaciones, cada vez más graves: el desplazamiento climático ya llega a 40 millones de personas, y podrían ser centenares de millones en apenas una década. Las guerras que ocasionaría el desplazamiento masivo: el éxodo de poblaciones de regiones ya sin vitalidad a las vitales podría producir más muertos que el mismo cambio climático. Una época de caos, de fascismo, de amargura y tragedia para nosotros, nuestros hijos y nuestros nietos, ya se hace presente y se avecina cada vez más profunda.

En los tiempos del cambio climático la Democracia puede perecer.

Como impactará a Colombia? Poblados pobres en la costa pacifica, incluidas ciudades intermedias como Tumaco y Buenaventura serán desplazadas, igualmente ciudades como Cartagena. El Incremento de temperatura en los páramos puede reducir drásticamente su capacidad de absorber agua, y la mayor parte de la población colombiana que vive en las altiplanicies andinas vería como sus hoy suaves prados se convierten en desierto. El mayor peligro de éxodo masivo se ubica precisamente en la sabana de Bogotá. La productividad agraria, según calculo de la Nasa, bajará un 20%, la dependencia alimenticia del extranjero se incrementará y nos hará vulnerables ante crisis del sector externo. En una sociedad inequitativa como la nuestra, la pobreza aumentará arrastrando la nueva clase media hacia la vulnerabilidad y la pobreza de nuevo

Qué hace la clase política hoy al respecto?

Nada.

Las acciones tanto de mitigación: disminuir la emisión de los gases efecto invernadero, y de adaptación: proteger la población de los impactos cada vez más graves del clima, son en realidad nulas.

Santos propone mantener el uso del suelo agrario para cultivos de biocombustibles, mantener la priorización económica en la minería del carbón y la extracción del petróleo, mantener el esquema de aseo a través de los rellenos sanitarios productores masivos de gas metano, y mantener los modos de transporte urbano con los BRT peñalosistas, intensivos en consumo de Diésel, y las autopistas para el transporte de carga en tractomulas, intensivas en el consumo de diésel.

Han llegado hasta la absurda irracionalidad, de disminuir reservas forestales y permitir minería en los páramos, y usar el agua en el fraccionamiento subterráneo para sacar petróleo y carbón

En una absurda ignorancia, nuestra clase política tradicional trata de generar una acumulación y concentración de riquezas, sobre la base de la depredación.

La COP 21 solicitó rehacer a todas las naciones los planes de mitigación que presentaron en diciembre para ser presentados de nuevo en abril. Esos planes deben construir economías bajas en carbono, se proponen descarbonizar las economías, la producción y el consumo: El gobierno de Santos no se ha ocupado de la tarea.

Un plan más ambicioso para una economía colombiana sin carbono nos demandaría los siguientes compromisos: aumentar las zonas de reserva forestal y revitalizarlas como reservas forestales de carbono. Solo en la Sabana de Bogotá y sus cerros hay que sembrar 50 millones de nuevos arboles para absorber una parte del CO2 que se emite en ese territorio.

Desestimular el uso de transporte con motores de combustión y pasar al transporte eléctrico: el reemplazo de los BRT por tranvías, metro en las grandes ciudades, taxis y vehículos particulares eléctricos.

Reconstruir la red de ferrocarriles, pasarlos a modo eléctrico y llevar la mayor parte de la carga de Colombia en ellos:

Cambiar el modelo de aseo, hacia el reciclaje generalizado y dejar de usar rellenos sanitarios: más de mil hoy en el país

Transformar nuestras fuentes de energía, reemplazando en primer lugar las termoeléctricas por campos de energía solar. Generalizar los paneles solares en la vivienda y edificios y sustituir el gas natural domiciliario.

Cambiar el uso del suelo agrario de Colombia hacia la producción de alimentos, desligar la productividad agraria de abonos provenientes del Nitrógeno y del petróleo. No se puede dejar una sola hectárea de tierra fértil sin producir alimentos.

Priorizar el uso del agua hacia el consumo humano y la producción de alimentos. Desligarla completamente de la minería.

Reubicar la población urbana y rural de la vecindad inmediata a ríos, quebradas, y ciénagas. La reubicación productiva de la población rural en riesgo nos lleva de inmediato hacia una redistribución de la tenencia de la tierra en Colombia.

Los planes de ordenamiento territorial deben tener como eje fundamental el ordenamiento del territorio alrededor del agua, la sostenibilidad ambiental, la resiliencia y la adaptación ante el cambio climático.

Como se ve, un plan serio de mitigación y adaptación al cambio climático implica un nuevo modelo de desarrollo. Y esto es lo que como el avestruz, nuestra clase política tradicional quiere evitar.

Entre menos mitigación, más costosa saldrá la adaptación. Entre más mitiguemos, menos utilidades obtendrán los dueños del capital en el mundo. Esta tensión es la más profunda en las negociaciones internacionales. Pero sin que lo divulguen nuestros medios de comunicación, es la tensión más profunda también dentro de la sociedad colombiana

A mi me destituyeron y sancionaron por cambiar el modelo de aseo hacia el reciclaje, y por expedir un POT que adaptara la ciudad de 8 millones de habitantes al cambio climático. Incipientes aún esas medidas, provocaron el choque contra grandes intereses creados en el aseo visto como negocio y en la especulación inmobiliaria que no contempla la mitigación del riesgo vital.




Pero dos meses después de terminado mi gobierno, el país ha observado como para hacer autopistas para tractomulas de carga, venden bosques y agua productora de energía, y cómo detienen la construcción del metro de Bogotá y los tranvías para permitir la ampliación del negocio de los buses de Diésel. Peor aún tanto Santos, como el min ambiente, acogen clamorosos la propuesta de Peñalosa de acabar con 1.500 hectáreas de reserva forestal en el norte de Bogotá para darle paso a la rentabilidad del capital especulativo inmobiliario, que es a su vez, el capital financiero.

El plan de Colombia ante el cambio climático debe provocar una gran dialogo de la sociedad colombiana. En realidad las transformaciones económicas, sociales y políticas que provoca lo hace el verdadero acuerdo de Paz de la Nación colombiana para las próximas décadas

No deja de ser extraño como las negociaciones de paz en la Habana ni siquiera mencionan el tema. Pero el olvido tiene consecuencias. Se mide en víctimas humanas. Un acuerdo de paz sin acuerdo sobre el plan ante el cambio climático solo genera una paz chiquita que será hundida por las tensiones violentas que en el territorio generará los cambios abruptos del clima y la perdida de sustentabilidad de la vida.

Luego la Paz Grande: la economía descarbonizada, el nuevo modelo de desarrollo, nos lleva a algo que la Bogotá Humana trató de formular ante el mundo: la Justicia climática es la seguridad Vital: la nueva dimensión de la Paz y de la Democracia.

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