Foto: AFPKendrick Lamar, de 28 años, lidera el género de 'hip hop'. |
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Cuando avanzaba la noche de la ceremonia de los Grammy, el lunes pasado, entre presentaciones edulcoradas de The Weeknd, Adele, Taylor Swift, Sam Hunt y Carrie Underwood, y entrañables, como el tributo a Lionel Richie, los presentes sabían que pronto vendría una bomba, una declaración de verdades difíciles de digerir: ya subiría Kendrick Lamar al escenario a cantar.
Y tal cual, el cantante de rap de 28 años desató su ira: apareció luciendo un uniforme de presidiario, encadenado de pies y manos a otros cuatro prisioneros más, todos de piel negra. El sonido de los eslabones, amplificado, ensordecía todo el Staples Center, de Los Ángeles. Eso, hoy, cuando los conflictos raciales saltan a las noticias diariamente en Estados Unidos, es una cachetada de realidad al país.
A cada segundo, la presentación de Lamar era más atronadora, eléctrica y potente. Una fogata en pleno tablado pintaba un cuadro tribal. Luego, la penumbra creada sobre el escenario se interrumpía con ‘flashazos’ estroboscópicos. Cuando finalmente llegó el silencio, una imagen se proyectó en el fondo: el mapa de África y, en el centro, escrita la palabra ‘Compton’, la ciudad californiana que es un nodo de la historia del rap y el ‘hip hop’.
Por eso y por los cinco gramófonos que obtuvo esa noche (tenía 11 nominaciones), siendo el artista más premiado de la jornada, los no allegados al ‘hip hop’ se preguntan ¿quién es Kendrick Lamar? ¿Por qué algunos lo consideran el sucesor de Kanye West? Aunque no es la primera vez que escala con fuerza en los Grammy, tampoco es el tipo de artista que programen masivamente las estaciones de radio, incluso en Estados Unidos. ¿Cómo llegó hasta tal vitrina comercial un artista con un discurso tan contestatario?
La respuesta puede estar en los pasos atrevidos que el artista ha dado para innovar el hip hop, a tal punto que abre una nueva senda, y que su talento ha sido reconocido por, entre otros, el legendario David Bowie, quien, según Tony Visconti, estuvo escuchándolo con atención en los últimos (y muy creativos) dos años de su vida.
A mediados de marzo de 2015, Lamar sorprendió al mundo con el lanzamiento de su álbum ‘To Pimp a Butterfly’, el tercero en estudio en su carrera, y cargado de un alto contenido histórico sobre el desarrollo del rap.
¿Veto al ‘hip hop’?
Lamar, oriundo de Compton, acude en su sonido no solo al rap sino al soul, el jazz y el R&B, y se desplaya en tributos a sus héroes, como el influyente Tupac Shakur, a quien pudo ver junto a Dr. Dre durante la filmación del video musical ‘California Love’. Lamar tenía apenas 8 años, pero lo que vio desde la barrera lo marcó.
Lo ocurrido el lunes también gira en torno a la decepción: ninguno de los premios que recibió Lamar fue en las categorías principales (competía por canción y álbum del año), en las que ganaron Ed Sheeran y Taylor Swift.
Para muchos, ese resultado fue visto como una estafa directa al hip hop, un género que aunque tiene mucha visibilidad en los Grammy, solo ha obtenido –tal como lo evidenció un informe del ‘Washington Post’– el 1,2 por ciento de los premios en las grandes categorías desde que fue reconocido como género por la Academia de la Grabación en 1989: ‘Speakerboxxx’, de Outkast, ganó como álbum del año en 2004.
Y que el álbum de Swift 1989 –sí, irónicamente ese es el título–, fuera considerado mejor álbum que ‘To Pimp a Butterfly’ enfureció a fanáticos, a disc jockeys y periodistas musicales. Algunos creen que ocurre algo similar a lo de los “Óscar tan blancos”.
“Swift representa todo lo que está mal con los Grammy y la industria musical: desinfectada, autocomplaciente y segura”, dijo sin pelos en la lengua Annie Zaleski, del portal Salon.com.
Probablemente, la confrontación creada en torno a los dos artistas no tenga mucho sentido, pues Lamar colaboró en una de las canciones más importantes de Swift en el 2015: ‘Bad Blood’, un sencillo con un video potenciado por la estética de película de acción. Y tan pronto ganó el álbum del año, luego de celebrar con su equipo, ella fue directo a abrazar al rapero, quien no lucía defraudado.
Lamar también simboliza una generación de músicos de hip hop que dejaron a un lado el síndrome violento de la competencia. Aunque hoy obtenga más titulares que Kanye West, hay un espíritu de colaboración reflejado en, por ejemplo, su participación en el último trabajo del polémico cantante, titulado ‘The Life of Pablo’.
Lo que se espera del futuro de Lamar puede ser la nueva senda del hip hop. Falta ver hasta dónde llegará.
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